martes, 13 de enero de 2009

Reducciones jesuíticas: innovación social en los siglos XVII y XVIII


Este pasado fin de semana fui al cine con mi hijo Ignacio para ver la película Resistencia (2009). Se trata de un film épico basado en un hecho real: los avatares de tres hermanos bielorrusos que consiguen escapar del exterminio nazi refugiándose en los bosques. En el guión se plasman, entre otras facetas, algunas de las reacciones y actitudes posibles para afrontar la agresión de otros seres humanos (Bonhoefer, como ya comentamos en esta bitácora, nos sugiere otra...), personalizadas en este caso, por dos de los hermanos Bielski (Tuvia,protagonizado por Daniel Craig, y Zas Bielski, interpretado por Liev Schereiber): refugiarse y resistir en el bosque protegiendo y organizando a los más débiles, o ir al combate alistándose en un ejército organizado con estrategia de guerrilla –el ejercito ruso-. En todo caso la llamada a las armas que no pueden ignorar, los pone a prueba personalmente, comunitariamente para rebelarse ante el mal que los rodea hasta llegar a dirigir a miles de personas –en un éxodo mesiánico que logra salvar a 1200 personas- en una lucha por la supervivencia ante dificultades aparentemente insalvables. Enseguida recordé el paralelismo con otra película que necesariamente sólo puede ser disfrutada en cine (por sus paisajes y música): La Misión (ganadora de un oscar y nominada a cuatro). Creo que ambos filmes serán recordados sobre todo por sus paisajes y por la banda sonora (la inolvidable composición de Enio Morricone y en el caso de Resistencia ya nominada a los Globos de Oro). No obstante también son destacables el reflejo de dichas actitudes personales ante la violencia, reflejadas en este caso por Jeremy Irons y Rober de Niro cuando se enfrentan a la decisión de “resistir o no” al ejército que pretende detenerlos y expulsarlos. Una diferencia fundamental en los dos filmes. Aunque "La Misión" también está basada en un hecho real –las reducciones y la expulsión de los jesuitas- los historiadores –según consta en la web de las reducciones jesuíticas- relatan otro devenir de los acontecimientos: "El 24 de mayo de 1768, el Gobernador de Buenos Aires, Francisco de Bucareli, salió de la capital con un ejército de 1.500 soldados. Su destino era Candelaria, capital de las Reducciones. Tenía en sus manos orden de Carlos III, Rey de España, mandando la expulsión de los jesuítas de todo el imperio español, incluidas las Reducciones. Iba con este ejercito porque esperaba alguna resistencia de parte de los jesuitas o de los indios. En cada Reducción, sin embargo, los padres rindieron sus llaves y sus personas sin ninguna resistencia; tampoco los indios resistieron, pues los padres, que ya sabían que venía Bucareli, les habían pedido a los indios que aceptaran las órdenes, injustas quizás, pero legítimas". Es más Cunninghame Graham ha escrito: "Nada hubiera sido más fácil, dada la escasez de las tropas de Bucareli, que contravenir y resistir su pequeño ejército y establecer un estado independiente". Precisamente este año se celebrará el IV Centenario de la fundación de las primeras reducciones jesuíticas en Paraguay (1609). Los jesuitas crearon y organizaron un espacio de libertad para el individuo, en contraposición con el encomendero colonial. La reducción no es original de los jesuitas, aunque fueron ellos los que las desarrollaron (Konetzque, 1953). El Padre Ruiz de Montoya, las define de la siguiente manera: «Llamamos reducciones a los pueblos de Indios, que viviendo a su antigua usanza en montes, sierras y valles, en escondidos arroyos, en tres, cuatro o seis casas solas, separados a legua, dos, tres y más, unos de otros, los redujo la diligencia de los Padres a poblaciones grandes y a vida política y humana, a beneficiar algodón con que se vistan». Según me comentan mis compañeros jesuitas, los enviados a este tipo de misiones en aquella época, destacaban singularmente por su nivel de preparación y por sus cualidades personales y humanas (una especie de clase creativa en términos de Richard Florida). Los jesuitas eran, podríamos decir, «los motores» de cada población. Construían, estructuraban, enseñaban a leer y escribir a los niños y niñas..., pero su prioridad era la evangelización a través de la cultura (música, el canto,…). Según Ignacio Buqueras (ABC, 12-01-09), los padres jesuitas buscaban el lugar adecuado para fundar las reducciones que se convertirían en pueblos: agua suficiente, tierra fértil y buen clima. Cada pueblo tenía una plaza central con una cruz en medio. A un lado de la plaza se construía la iglesia, el colegio, y los talleres; en los otros lados tres lados se ubicaban las viviendas. Todo un esfuerzo de planificación urbanística del que todavía quedan vestigios dignos de ser visitados. de A los indígenas se les enseñaba la religión, asistían a la escuela y aprendían artes y oficios. En cada misión había tres o cuatro pueblos indígenas, que recibían el nombre de «parcialidades» con sus caciques y autoridades, con su espacio vital determinado y una población entre tres y cuatro mil personas. En el caso de las misiones bolivianas –en concreto, la de Chiquitos- el sistema de gobernanza seguía los siguientes principios:
1) PARTICIPACIÓN: Cada misióncomprendía diez pueblos, con dos jesuitas en cada uno de ellos con el objetivo de crear «el reino de Dios en la tierra». Un Corregidor nombrado por la Corona entre una terna propuesta por los Padres jesuitas era la máxima autoridad. Las autoridades de cada «parcialidad» eran respetadas y estaban representadas en la estructura de gobierno, así como el Cabildo formado por doce miembros, así como cristianos ejemplares que desempeñaban varias responsabilidades.
2) AUTONOMÍA: Cada reducción o misión era autónoma. Debía garantizar su alimentación para evitar que los indígenas volvieran a la selva.
3) RACIONALIZACIÓN DEL ESPACIO:Cada familia tenía su propio terreno al que destinaba tres días a la semana, y los otros tres a la propiedad colectiva. Tenían espacios para el ganado vacuno, caballar y mular.
4) CONSCIENCIA COLECTIVA (PUBLICA): Del trabajo colectivo se pagaban los impuestos a la Corona, y se facilitaban ayudas a las familias, y para el comercio.
5) DESARROLLO CULTURAL: En cada pueblo se desarrolló la música, el canto, la fabricación de instrumentos musicales, la escultura,...
6) COOPERACIÓN MULTINIVEL: Cada comunidad estaba preparada para su defensa, y actuaba en colaboración con las autoridades españolas ante las incursiones de los «bandeirantes» portugueses que deseaban capturar nativos. Las familias tenían arcos y flechas.
A pesar de la expulsión de los jesuitas de sus reducciones en 1767 por Carlos III, su legado ha perdurado hasta nuestros días. Como indica Buqueras “…hoy, las reducciones chiquitanas nos permiten revivir un contexto histórico, en muchos aspectos, ejemplar, que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad”. Innovación urbanística, innovación en los sistemas de gobernanza, innovación de desarrollo económico y social. Una experiencia digna de análisis a los que les interese la innovación social. Os recomiendo la obra del Padre Rafael Carbonell de Masy, consultor de la FAO, experto en cooperativismo rural y a quién tengo la suerte de conocer, compartir experiencias y reconocer su labor de difusión y formación del cooperativismo en Amércia Latina, titulada "Estrategias de desarrollo rural en los pueblos guarníes (1609-1767)"

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